viernes, 24 de noviembre de 2006

Abran los ojos que viene el lobo

La opinión pública nació y el poder quiso aprender a controlarla para que los hombres se sometieran a su voluntad. Pero encontró demasiadas trabas para esclavizar las mentes de las personas, porque cada persona había vivido un proceso de socialización individual que le condicionaba a la hora de doblegarse ante el poder. Las actitudes preexistentes –como las llamaron los pensadores y estudiosos de la persuasión – chocaban con los deseos de las altas esferas. Pronto aprendió el poder que mediante los medios de comunicación afectaban a la gente –quién no recuerda el episodio de la guerra de los mundos de Orson Wells que suscitó el pánico de los oyentes -. Se inventaron estructuras mentales, estrategias de comunicación, marqueting político; todo para convencer a los ciudadanos de que no eran el lobo de caperucita disfrazado.

Lamentablemente, hoy sigue ocurriendo más de lo mismo, en otro contexto –elemento muy importante para la interpretación y manipulación de las actitudes preexistentes -. Podemos no saber comunicación política, pero sí tenemos un punto de vista sobre lo que vemos y nos condiciona a tomar una decisión, tan sólo hay que abrir los ojos y preguntarse ¿qué quiere el poder ahora? Y pensar en sus próximos objetivos, y en qué nos van a intentar hacer que pensemos para conseguir salirse con la suya.

Tenemos problemas sociales, económicos, etc. Esas y otras son las armas que van a usar para las próximas elecciones en las comunidades autónomas. Pero no se engañen, porque no será por bien del ciudadano, aunque usted observe que han puesto farolas nuevas en su calle, será porque el poder demanda más poder, y para perpetuarse en él hay que hacer mucha figuración con el fin de obtener las confianzas. Mejor piensen en por qué los jóvenes de más de treinta tienen que hipotecar su vida para adquirir una vivienda, o por qué la señora ministra de vivienda nos propone vivir en zulos separados por cortinas y no se informa, ella misma, de las políticas que se llevan a cabo en otros países de la UE. No vale decir la excusa es “en España hacemos otro tipo de política” –hecho verídico en una comparecencia de la señora Trujillo-. Lo que cuenta es la solución a los problemas y dejar de dar ruedas de prensa, donde cada vez se pone más en evidencia. ¿Se iría Trujillo a vivir por tres años a uno de esos
mini pisitos? Delante de las cámaras, para que ustedes vean que sí, sin duda lo afirmaría, pero no verán que el coche oficial pase a recogerla en uno de estos apartamentos. De todas formas que a nadie se le olvide que la Constitución Española recoge que todo ciudadano tiene derecho a una vivienda digna, pese a que Trujillo no tenga en cuenta dichos requisitos.

Es un clásico que desde los ayuntamientos, cuando se avecinan las elecciones, se incrementa el número de multas a los vehículos mal estacionados. Seguramente en sus barrios ocurrirá – pregunten a un vecino de Leganés qué peripecias tiene que hacer para poder aparcar días tras día; por poner un ejemplo-. Pero los ediles siempre tendrán su aparcamiento privado o su chofer y no tendrán que molestarse con estas minucias que sufrimos el resto de conductores. Ahora, nos se descuiden porque torres de al menos siete pisos, donde irán a vivir nuevo inquilinos con sus coches, les llegarán al barrio antes de que abran los ojos. Y si desconfían de estas letras, les aconsejo que vean mediante Google Earth el modo en que los satélites, desde lo alto, captan el amontonamiento de vehículos en las calles de las capitales españolas.

Sin embargo, cuando los futuribles alcaldes visiten su barrio, repartiendo trípticos, o rosas o sonrisas tratarán de ser cercanos y de hacerles considerar el maravilloso mundo sin problemas que habitamos.

Política y economía mandan, los medios de comunicación se someten a ambos y aquí no hay quién diga la verdad, porque detrás de todo siempre hay un negocio, como se ha demostrado en la “operación Malaya” o como se está investigando en comunidades como Madrid o la Comunidad Valenciana, donde hay demasiado para escarbar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo: la política es manipulación para mantenerse o alcanzar el poder.
El bien general importa sólo cuando tienes que echarlo en cara al contrincante.Muy pocos son honestos.
Felicidades por el artículo, me ha gustado mucho.
Saludos