miércoles, 3 de enero de 2007

Treinta de diciembre, al amanecer


Tan solo un escueto comunicado de la Administración Bush para pronunciarse sobre la muerte del dictador. Se ha salido con la suya; muerto el perro ¿se acabó la rabia? Para el otro medio mundo o tercio que no está de acuerdo con la pena de muerte, la ejecución de Sadam Hussein ha sido un asesinato... pero en Norteamérica saben mucho de eso, de inyecciones letales, sillas eléctricas y quién sabe si no innovan en una nueva manera de matar reos, o deshacerse de personas que ya no les sirven en la partida de ajedrez, porque no olvidemos, que Hussein fue una pieza clave para ellos en la guerra de Irán.

Sadam era un tirano, un asesino (kurdos gaseados, chiítas); la historia tiene mucho que contar y la tierra de Iraq habla de miles de cadáveres perdidos en fosas comunes. Era malo, muy malo, pero el derecho a la vida, le disguste a quien le disguste, es un derecho consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículos dos a cinco), lo cual implica la invalidez del ojo por ojo y diente por diente. Sadam era un asesino de multitudes pero, aún así, tenía derecho a la vida. Además, perteneciendo al Islam, ha muerto en deshonor, ahorcado y con la cara al descubierto, escuchando las burlas de sus verdugos; su sentencia: crímenes contra la humanidad.

El ‘pequeño Jorge’

Hussein no existe. Las armas de destrucción masiva y la vinculación a Al-Qaeda, motivos por los que fue el hombre más buscado del mundo, tampoco existen. Sin embargo, resulta que en este juego alguien, o un grupillo de personajes, se quedan sin condena. El señor George Bush junior, - imitando a papá- dado su compromiso con las empresas que le apoyaron en la campaña electoral para que ganara en la segunda legislatura, queda inmune. No le juzga ningún tribunal por crímenes contra la humanidad, a saber, los niños, mujeres, ancianos, y hombres apolíticos, que las bombas de la 'coalición barras y estrellas', se han llevado por delante. Tampoco es condenado por violar el Convenio de Ginebra, y se le exime de la muerte de profesionales de la comunicación. Como dice el dicho ‘se va de rositas’ diciendo “God bless America” (Dios bendiga América).

Al final ni justicia divina –que no cuenta para quien es ateo o agnóstico– ni justicia humana. Y con todo, el vaquero de Texas, aún tiene la desfachatez de decir que necesita apoyos de otros países para que triunfe la democracia en Iraq.

Sadam fue un asesino de multitudes, pero que alguien se revise en su conciencia qué sienten las víctimas de Bush en los países orientales. La bandera de las bombas de Afganistán era americana, y el armamento que eliminó de la faz de la tierra a miles de civiles inocentes, en buena parte, llevaba las barras y estrellas.

Ya han juzgado y condenado a tiranos como Milosevich o Sadam... ¿quién condena a Bush?

[Difusión vídeo Internet de la ejecución -necesita registro y sólo para mayores de 18-]


3 comentarios:

Anónimo dijo...

En mi opinión, la intervención contra un regimen militar totalitario, con crímenes de lesa humanidad a sus espaldas, no me parece inoportuna.
La perversión de la actuación creo que está en la parcialidad y ceguera con que se valoran otros regímenes, la manipulación arbitraria que hacen de ellos en función de sus intereses económicos y la influencia de estos intereses en las acciones "humanitarias".
Saludos

Anónimo dijo...

Estamos de acuerdo.
Amén.

Ana B. dijo...

Estimada Mara,

Siento discrepar contigo; no estoy a favor de ninguna intervención que implique el uso de la fuerza. Sin embargo coincido, tanto contigo como con Fernando, en que el modo en que se hizo fue penoso, las consecuencias nefastas, y las excusas necias mentiras que intentaron vender al mundo. Porque a día de hoy, creo que ya han desistido en encontrar "las armas de destrucción masiva". ¿O tal vez es que las encontraron? Más bien me inclino por lo segundo; ya tienen el petróleo que fueron a buscar.
Espero continuar leyendo vuestros comentarios Mara y Fernando. Saludos a los dos y feliz 2007.